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Viernes, 12 de abril
AMLO esperaba que la candidata a la presidencia de Morena tuviera una participación más a favor de su gobierno
Los choques entre Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum no son nuevos, aunque el más reciente, postdebate, presagia distanciamiento. Una vez que decidió que ella sería su sucesora y lo pasaría a la historia como un gran “transformador”, el presidente le había dictado la agenda, las formas y el fondo a su pupila; su hija política.
Sheinbaum acató y se resignó a ser una simple discípula… hasta que ganó la candidatura presidencial de Morena y el presidente López Obrador le entregó el famoso bastón de mando como un acto simbólico de transmisión de poder. La exjefa de Gobierno sintió el poder en sus manos y comenzó a tomar decisiones.
La “doctora” –así le dicen todos sus cercanos, como una deferencia– no se saltó las trancas de motu proprio. Se enteró que dos semanas antes de entregarle el “bastón de mando”, López Obrador invitó a sus más cercanos amigos, lo mismo empresarios que gobernadores e integrantes del gabinete presidencial al primer recorrido del Tren Maya.
Ahí, frente a todos, el presidente fue entrevistado por uno de los asistentes. Entre muchas cosas que dijo, se sinceró sobre su futuro y el de la candidata a sucederlo en la Presidencia de la República. “No me voy a meter en nada en las candidaturas del 2024”, les aseguró con voz firme y un semblante serio. Por eso, agregó, semanas antes llevó a cabo una reunión en la que convocó a su gabinete para que le hicieran saber “quiénes lo acompañarán hasta el final de su administración”. Según AMLO, él acto simbólico de transferencia del poder del bastón de mando significaba ceder todas las decisiones transexenales a Sheinbaum, quien acusó recibo y comenzó a operar.
Por fin podría tomar sus decisiones como enfilar a sus cercanos a la Cámara de Diputados y al Senado, diseñar un plan de gobierno propio y sacudirse las frases pegajosas que usa AMLO casi todos los días, por lo menos durante su campaña. Sheinbaum, asegura sus cercanos, no planea mantener el radicalismo contra los grupos de poder o de “intereses creados”, como los llama el presidente. Era el momento para tomar luz propia y mostrar su verdadera personalidad.
Todo eso se fue al caño de Palacio Nacional. El 22 de febrero pasado publiqué que Sheinbaum recibió solicitudes de quienes aspiran a un puesto en el Congreso federal, ya sea para repetir en el Senado o en Diputados o simplemente para cabildear su ingreso. La respuesta de la “doctora” siempre fue la misma: “voy a verlo con el Presidente; no te puedo prometer nada, porque él es quien decide y ya tiene muchos lugares comprometidos”.
De nada sirvió a Sheinbaum el “bastón de mando” en la Ciudad de México para elegir a su posible sucesor, Omar García Harfuch; los duros del movimiento la grillaron para que quedara Clara Brugada en su lugar. Tampoco le alcanzó para que los morenistas de la capital cabildearan eficientemente para ratificar a su incondicional, la fiscal Ernestina Godoy, en el cargo, ni para evitar que algunos de los ideólogos que más han hecho daño a su sucesión, como el vocero presidencial Jesús Ramírez, sean premiados y “blindados” con un escaño en el Congreso federal.
“Me dio el bastón, pero no el mando”, reconoce en privado y en confianza la aspirante presidencial. “Es como una varita mágica sin poderes”, agregan algunos de sus cercanos.
No fue la única vez que AMLO le enmendó la plana a su discípula. Lo hizo también cuando habló sobre modificar la política energética para darle paso a las energías renovables. Fue en un evento de la American Society de México, ante empresarios nacionales y extranjeros. Acto seguido, López Obrador presentó de sorpresa y de un jalón 20 iniciativas constitucionales, como para dejar claro el mensaje de no “zigzaguear” y trazar la línea de trabajo a la siguiente Legislatura.
Así, tras las críticas del presidente sobre que “ninguno de sus logros se reconoció” durante el primer debate presidencial, en el war room de la candidata morenista trabajan en una estrategia para que las propuestas y el discurso de Sheinbaum, a partir de esta semana y hasta el día de la elección, suenen más al estilo obradorista, siempre poniendo por delante el ejemplo del líder del movimiento.
Sea como sea, Sheinbaum hace bien en plantear sus propuestas y comenzar a delinear su camino desde ahora, aunque le genere molestia al presidente López Obrador, pues si ya aseguró que no se metería en las candidaturas y le dio el bastón de mando a Sheinbaum, debe asumirlo y cumplirlo, total: la candidatura de Sheinbaum está firme.